domingo, 21 de septiembre de 2008

El Encuentro


Regresas, reclamando tu sangre sobre mí
Pero estas muy equivocado si crees domarme
Aquí estoy detrás de la oscuridad asechándote
Sin remordimientos…
Sin perna…
Sin gloria…

Solos tú y yo, blandiendo una espada de resentimiento y odio
Sin inmutarme, avanzo lentamente
Con un frío susurro, tu sangre queda esparcida por el piso
Regando las flores que alguna vez fueron blancas
Y tú sigues llorando…
Suplicando piedad
Piedad que no tendrás, ni tu ni nadie que ose tocar a los míos




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