viernes, 27 de agosto de 2010

Por siempre un otoño


Las sonatas en las olas dan inicio,


Mi muerte esta cerca de estas colinas redondas, de estas piadosas lágrimas,

Lagrimas que se acumularon y se convirtieron en una secreta Oceanía,

En un bello océano de lágrimas,

Dulcemente agitadas por el resonar de los violines.



Por siempre un otoño, creo yo...

No recuerdo su dulce rostro, no puedo vislumbrar las figuras de su ser,

No me atrevo a pensar en las curvas perfectas de su cuerpo,

Seria un gran pecado el nombrarlas, si no solo para mi recuerdo,

Pero es tan dulce y tan especial, tan calido como un secreto inmerso en las profundidades de este dulce mar que me acompaña,



Frágiles olas rodean las puntas de mis dedos, y la arena se atiborra entre ellos,

Las colinas, en la noche ellas parecen tan pequeñas, tan efímeras, tan solo un ejemplo distorsionado de mi mente,

Recuerdo ese otoño del siempre…

Recuerdo su piel alumbrada por el ocaso de los atardeceres.



Mas abajo, muy por debajo de las colinas, de las montañas.

Por el volar de las gaviotas, por la enfermedad de mi corazón, ellas son de plata,

Y están suspendidas en el aire, como si la eternidad se detuviese a mí alrededor, y como mi corazón, todo lo que vea se detendrá a mí alrededor,

Ya las colinas no suspiran con el resoplar de la brisa marina,

Ya las sirenas dejaron de juguetear al horizonte,

Los tritones ya no cazan más,



Y las tormentas se han vuelto tan solo un juego de niños,

Ya las marejadas están congeladas en el tiempo, en el espacio, en los tiempos,



Mis lágrimas quedaron en el arenal del desierto,

Mis lágrimas ya no conmueven a nadie,

El comienzo del fin ha llegado.



Un pensamiento que niega existir,

Los secretos ya se han apagado,

Los tiempos se han quedado a tras,

Mi dolor se convierte en un eterno otoño.

En un dulce mural de lagrimas y vanos recuerdos,

Aquellos que llegan en el atardecer que se detuvo en rosados florales,

El ancho mar de lágrimas se ha convertido en florales, en praderas, en una cúpula celeste.

Ahora los pétalos vuelan en las alturas,

Caen como pétalos del cerezo,

El árbol de la vida cruza a través de mis sentimientos,

Debajo de el, un espejismo de mi pasado, del pasado que me volvió extraño

Que me hizo un eterno otoño. En un otoño del siempre.



En aquellos recuerdos reflejados,

Debajo de ellos la historia que deje atrás de mi.

Y la noche se convierte en ti, solo en ti, ahora…

Ahora la noche me invado con los secretos que olvide, con las historias de los héroes perdidos,

Los pétalos del cerezo,

Ahora tan extraños se han detenido en el gran cielo estrellado.

Las colinas transmutan sus formas curvas,

Queriendo emular tu belleza, queriendo igualarte,

Volviéndose un gran monumento, en una figura familiar para mi corazón,

Su intento por hacerme feliz se nubla…

En forma es como tu, perfecta, tibia, y feliz,

Pero…

Pero el intento es vano, es absurdo, podrían todas las fuerzas naturales crear para evitarme el dolor, para disolver de mi la tragedia, pero tu alma, es aquellas divinidad nuestra, tu divinidad jamás podría crearla, no podría imitar tu perfección…

Por el ello el dulce monumento que trataron de hacerme presa de su devoción, ahora se convierte en una maza amorfa, he incongruente,

Muere como mi anhelo de amor.



Y el cristal que se proyecta bajo mi tragedia se parte en dos…

Se quiebra en mil pedasos, pedasos que se convierten en trágicas aves luminosas,

Que al infinito se pierden de mi vista…



El sueño se quiebra en mil pedasos, en fragmentos que se pierden bajo el manto de la mañana…



Me doy cuenta ahora, de que fue un sueño…



Bajo la protección del sagrado sueño,

En esta desolada realidad que me acompaña,

Mis sueños volaron al infinito.

Mis cantos al amor, se apagaron al momento que desperté.

Me doy cuenta ahora de que yo, estuve enamorado,

Ahora que le he perdido, mi sueño termino. Y la realidad ahora me rechaza,

Ahora bajo la protección de un árbol que descansa sobre la comodidad de una pequeña banca, recuerdo que en esta misma banca, en este mismo parque, que en esta misma ciudad, tu y yo. Los dos bajo el calido manto de la noche, nos dimos un dulce beso…



Pero la realidad nos separo, y tus manos, yo jamás volví a tocar…



Y la lluvia ha borrado de mí el perfume de tu piel. Ha borrado de mi el sabor de tu labios,



Ha dejado en mí, a este trágico y desolado,



Por siempre un otoño…fin

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